
Pero de la misma forma que anteriormente subrayábamos las diferencias entre modelos humorísticos útiles o contrarios a nuestros propósitos, ahora también hemos de hacer lo mismo. Quizás con más razón, teniendo en cuenta las características de la sátira:
"Hay que notar que la sátira puede ser engendrada, o por la indignación austera, que no se resigna a ser contenida y cree ser deber suyo el vituperar y poner de relieve el defecto, abuso o vicio que se satiriza, (...) o bien por el espíritu de ruin venganza o baja ambición, que, no contento con ver con disgusto el encumbramiento ajeno, o dándole en rostro las virtudes o cualidades del prójimo, acude a la sátira para molestar o hacer recaer el lodo de la calumnia sobre lo que está muy por encima de sus ruines concupiscencias"Transitar por el filo de la navaja de la sátira no está exento de peligros, pero también es bueno recordar que esta misma "peligrosidad" puede ser un adecuado motivo de reflexión en el aula sobre los límites en relación a los modelos humorísticos deseables.
(Enciclopedia Espasa, "sátira")
"Una sátira con mala leche no puede ser demasiado buena, porque es tendenciosa y cuando es tendenciosa significa que contiene un "parti pris" excesivo. La sátira tiene que estar abierta. Creo que el buen pensador, el que elabora la sátira con mayor eficacia es el que está siempre abierto a la modificación de sus propias opiniones. Una sátira tendenciosa no es una buena sátira, pero se ha hecho mucha sátira tendenciosa, sobre todo en las épocas de conflicto, en que las opiniones, el pensamiento se hace demasiado duro y las ideas se convierten casi en piedras que se tiran unos a otros."
Andrés Rábago, "El Roto". La Vanguardia (Culturas) 26-2-2003
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